Durante todo el verano, la cigarra cantó,
retozó y descansó. El problema
llegó justo el primer día del invierno.
Con los primeros copos de nieve, se
dio cuenta de que no había guardado
nada para los tiempos difíciles: ni una
mosca, ni un pedacito de gusano,
ni un triste grano de trigo para comer.
Entonces, fue a la casa de su vecina la hormiga,
para pedirle que le diera
algo para comer hasta la llegada de la primavera.
—Te devolveré lo que me des antes de la cosecha.
Te doy mi palabra –le dijo–.
Pero la hormiga, que no es nada generosa,
le contestó:
—Durante todo el verano yo estuve trabajando sin parar.
¿Qué hacías tú
mientras el tiempo era cálido y bello?
—Cantaba de noche y de día –respondió la cigarra con añoranza.
—¿Así que… cantabas?
¡Me gusta tu atrevimiento!
Ahora, entonces, ponte a bailar, amiga mía.
Moraleja:
No pases tu tiempo dedicado solo al placer.
Trabaja y guarda de tu cosecha
para los momentos de escasez.
La Fontaine, La Cigarra y la Hormiga
(Adaptación de M. P. Gaspar).